viernes, 2 de mayo de 2008

Si pregunta por mí,
traza una cruz de silencio en tus labios.

Si pregunta por mí
dile que he muerto
que he ido al fondo del olvido,
que soy un árbol triste
cansado de esperar.

Pero, si pregunta por mí
no le des mis palabras cálidas,
no le des mi sonrisa triste,
no le digas que todavía lloro,
que todavía su imagen está entre mis sueños,
que quisiera como tantas veces
volver en sueños a ese mundo de maravillas
Sólo dile que me he ido y no sabes donde.

Vamos a ver,
si la ves pregúntale,
pregúntale si su predilecto libro
entre las manos me recuerda,
pregúntale si sus caricias,
que han de corresponder a otro,
son de aquel amor que ella me brindaba.
Si pregunta por mí,
dile que me he ido al infierno.

Pero...no...espera
si ves que en sus ojos hay aunque sea
un poco de luz para mi,
dile, tan solo dile que venga.

Mario Benedetti

domingo, 27 de abril de 2008

Topacio

Tu amor tuvo la suavidad de un pétalo de rosa.

Tus ojos claros, hondos, graves, poseían esa serenidad casi extática de ciertos lagos cuando por sobre ellos la brisa apenas hace rodar sus alígeros patines de plata.

Parecías un lirio, o mejor una estrella sobre un tallo. Que no estaba seguro yo de si eras astro o flor, porque perfumabas y refulgías. Hablabas, y tu voz tenía el don feliz de una caricia. Tus palabras eran en mi alma como un descendimiento de topacios sobre la avaricia transparente de una copa. Y cuando tus manos finas y largas -dignas de los besos cortesanos en los salones fastuosos- volaban sobre el marfil arcaico de los pianos, y Bach suspiraba y Chopín gemía y sollozaba Schubert, velaba yo a tu lado, ebrio del ritmo y de tu amor, tan abstraído, que apenas si acertaba a doblar, sobre el mueble sonoro, las hojas temblorosas del libro musical...

Un día cortó tu barca llena de perfumes las amarras sedosas que la sujetaban a mi puerto y se perdió calladamente en la infinita serenidad del horizonte. No grité, aunque dentro de mi corazón se desplomó un castillo. Pero ahora vigilo, desde el ficticio encierro de mi torre, y espero con trágica tenacidad a que la raya azul de mi solitaria perspectiva se manche triangularmente de blanco con la nítida vela de la nave en que tu amor retorne hacia mi vida...

Nicolas Guillen

Rosas de elegía

I

Hoy te miré pasar, con la arrogante
aristocracia audaz de tu desvío,
cual si quisieras, en el pecho mío,
tronar más cruel la llaga torturante.

Yo, sin querer, soñé con el distante
amor feliz que se murió de frío
y en el dolor de mi jardín sombrío
se abrió la flor de otra ilusión amante.

Sentí otra vez tu cuerpo perfumado
junto a mi pobre cuerpo abandonado
latir ardiente, como en otros días...

Busqué tus manos y busqué tu frente,
¡y hallé tan sólo, dolorosamente,
la soledad de las tristezas mías!

II

Ya no podré, bajo la tarde quieta,
cuando suspira el céfiro en las flores,
decirte la canción de mis amores,
ni la emoción de mi pasión secreta.

Ya no me quieres, y la cruel saeta
del destino, mató mis ruiseñores:
sólo me quedan, junto a mis dolores,
mis quiméricas ansias de poeta.

Yo bien quisiera doblegar la frente,
romper la lira y acallar la ardiente
queja inmortal que mi dolor exhala;

pedir perdón, con humildad de niño
y así esconderme bajo tu cariño,
como si fuera tu cariño un ala.

III

Mi corazón, que se embriagara un día
de pasión y de luz, hoy pena y llora,
sin que alumbre una estrella bienechora
la noche funeral de su agonía.

El hada cruel de la Melancolía
clava en mí su guadaña punzadora:
no tengo una ilusión consoladora,
ni un ensueño feliz, ni una alegría...

Y tú lo sabes, porque tú me has visto
llevar a cuestas, cual un nuevo Cristo,
la negra cruz de mi esperanza trunca.

Mas hoy que a tu placer mi duelo asomo,
tú me desprecias y te burlas, como
si no me hubieras conocido nunca.

IV

¿No te conmueve mi pesar sombrío?
¿Nada te dice mi fatal quebranto?
Tu corazón, que me quisiera tanto,
¿por qué hoy me mira indiferente y frío?

La noche tenebrosa del Hastío
cubre mi vida de mortal espanto
y aunque canto mis sueños en mi canto,
no tengo un sueño a quien llamarle mío.

La daga cruel de tu desdén me hiere
y hasta en mi pecho, en que la dicha muere,
la negra copa del dolor vacías...

¡En vano esperarán mis ilusiones
tus misereres y tus oraciones
sobre la pena de sus agonías!

Nicolas Guillen

Utopías

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía.

Mario Benedetti